
Mi viaje entre cocina, arte y resiliencia
sep 20
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Orígenes: cocinar no era suficiente
Desde que comencé en la cocina entendí que trabajar solo como chef en un negocio ajeno no iba a ser suficiente para mí. Lo que me movía no era únicamente preparar platos, sino construir experiencias. Soñaba con crear espacios donde la comida fuera arte, donde cada bocado provocara una emoción y contara una historia.
Mi estilo de cocina lo defino como mexicano disruptivo: profundamente arraigado a mis raíces, pero reinterpretado con una mirada artística. No me interesa replicar recetas, sino darles intención, convertirlas en obras que trasciendan lo rutinario. Esa visión fue la que me impulsó a abrir mi primer restaurante: La Tienda Grande.
Primer restaurante: adrenalina y realidad

El día que abrí las puertas de LTG fue pura adrenalina. Ver a los primeros clientes entrar a un lugar que había nacido en mi cabeza fue como subir a un escenario. Pero pronto entendí que no bastaba con cocinar bien: me enfrenté a retos que nunca imaginé, desde manejar finanzas hasta negociar rentas o liderar un equipo.
Uno de los errores más grandes fue creer que la pasión bastaba. Aprendí, a golpes, que la disciplina, los números y la estructura son igual de importantes que la creatividad. Ese fue el primer aprendizaje clave que me acompañaría para siempre.

El cierre: dolor y renacimiento
Cerrar el restaurante después de 5 años fue uno de los momentos más duros de mi vida. No se trató de un solo factor, sino de varios: la ubicación, los costos, la falta de estrategia empresarial. Tomar la decisión me dolió, me frustró, incluso me rompió un poco. Pero también me dio alivio: entendí que debía soltar para poder crecer.
Lo que aprendí en ese proceso hoy lo considero indispensable. Descubrí que la pasión no paga la renta, que los números son tan importantes como la sazón, y que liderar significa cuidar tanto a tu gente como a tu propuesta. ¿Por qué no me rendí? Porque esto es lo mío. Caí, pero nunca dudé que volvería a levantarme.

Los retos inesperados
Si me hubieran preguntado en la escuela de gastronomía qué pensaba de los arrendamientos comerciales, hubiera soltado una carcajada. Y sin embargo, ahí estaba yo, leyendo cláusulas legales, investigando sobre permisos, aprendiendo sobre impuestos y diseñando campañas de marketing digital.
Lo más duro que aprendí a la mala fue que la creatividad no es suficiente. Pero también lo más valioso: un restaurantero es mucho más que un cocinero. Es administrador, contador, negociador y líder.
El nuevo proyecto: Ita, galería de arte culinario

Hoy regreso con más claridad. Decidí abrir mi nuevo restaurante en una zona más popular y céntrica porque entendí que el flujo de gente y la accesibilidad importan tanto como el concepto. Al estar en un destino turístico, pero no en la playa, tengo libertad para construir una propuesta distinta: un lugar auténtico, cultural, donde turistas y locales encuentren algo inesperado.
Ita no es solo un restaurante, es una galería culinaria. El diseño busca ser inmersivo, el menú disruptivo, la experiencia completa. Mi objetivo es atraer a un público más diverso: desde locales orgullosos de su ciudad, hasta viajeros curiosos que quieran llevarse una historia en la memoria.
Aprendizajes que se convierten en estrategia
Hoy soy mucho más riguroso con los costos, las finanzas y la operación. Trabajo con fichas técnicas, presupuestos bien definidos y herramientas que me permiten tener control en tiempo real. He buscado mentores, asesores y capacitaciones porque sé que el crecimiento viene también de escuchar y aprender.
En cuanto al equipo, sé que la clave está en ofrecer más que un trabajo: quiero que quienes trabajen conmigo se sientan parte de un proyecto con propósito.
Futuro y visión
Mi objetivo en este primer año de reapertura es consolidar la operación y lograr que Ita sea reconocido como un referente en Puerto Vallarta. Pero mi visión va más allá: quiero crear más proyectos, cada uno con su propia identidad, no copias. También sueño con temporadas en destinos exclusivos donde la cocina y el arte sigan cruzándose.
Si me preguntan cómo quiero que recuerden a Ita, la respuesta es simple: como un lugar que no solo alimentó el estómago, sino que dejó una emoción y una historia que contar.

Salvador Carrillo
Chef Ejecutivo
Sábado 20 de Septiembre
+52 1-56-36-22-52-00



















